¿Reconocés el concepto de
no-lugar?,
en este colectivo de línea,
en este lugar de paso,
en el frío de este sol interno
que espera una reacción.
Una abuela sube a la altura de
la plaza y se dirige al cementerio,
con un arreglo de flores y un
pañuelo en la mano,
se sienta en primera fila junto
a una madre
que lleva su bebe dormido en
brazos,
ninguna de ellas mira el
paisaje, no necesitan mirarlo quizás.
En la mitad del recorrido dos
amantes se despiden en la calle,
y el beso resuena como el grito
de una bestia.
Hay algo transparente en la
palabra “creo”.
Ella en ese hombre se hace
mujer,
he
play with her back, her neck, her nipples,
only
to find her feminine senses.
Todos es incongruencia,
las gotas que se disipan y
acumulan en las ventanas,
la tibieza saliente de mi boca
al exhalar,
el espejo roto que llevo en la
mochila,
el filo de la dulzura en el
corte, la decepción.
Hoy cada imagen es una señal.
Anoche soñé que era verano y yo
celebraba
la tragedia de que todo es
transición.
Don’t give
up the fight
El
pronóstico indica Córdoba 11 grados, chubascos,
7:27
am, resuena algún sueño y una frase de mi analista.
Regresa
la pequeña luz imaginaria que sostiene la serie,
una
palabra tras otra, que enuncio susurrándolas,
y
cuando lo hago toco y dejo de tocar.
Creo
que se trata de ser honesta.
Con
el primer café siempre viene la evaluación de daños,
lo
impostergable, but first coffe, fuerte, con 3 de azúcar.
Daniel
Johnston a lo lejos , y yo muy adentro ,
cómo
explicarte, no es que me de miedo la noche,
es
que vivo con fantasmas.
De
a poco separo las ideas a las que aún no me atrevo,
un
viajecito me invita mi amiga,
digo
si tranqui, y al minuto hagamos una revuelta.
Me
cuento secretos,
escucho
mi propia voz y me tienta,
creo
de nuevo la materia.
Mariana Mamani
Soy Mariana Mamani nací en Jujuy pero habito en Córdoba, o mejor dicho ella me habita, hace ya algunos años. Tengo treintalargos, pero no me considero una adulta. De vez en cuando saco fotos, escribo, corro, y canto únicamente sola. A veces me gusta la vida que vivo. A veces salgo a la calle con la locura Cassius Clay puesta, directo a ganar, otras soy un constante tropiezo. Me salvan las mismas cosas casi siempre, los amigos, los libros, los encuentros, las heridas. Estoy convencida que al tiempo no solo lo marcan los hechos; todo o casi todo va quedando grabado en uno como una canción, y en partes del cuerpo como un aura que nunca se termina de volatilizar.