me encanta
descubrir
en el paisaje
de las rutas,
invernaderos.
quiero estar
ahí
juego a
adivinar qué cultivan.
lo deduzco
por la zona,
por los
carteles
y las formas
de las casas cercanas.
me enamoro de
las plantas,
los árboles, las
flores
el olor del
azahar,
de la lluvia
cuando profundiza
la negrura de
la tierra
que enciende
el fuego
que circula
al vegetal.
soy amante de
los poros húmedos de los almácigos,
y las raíces
traslúcidas.
en mi patio
cuido suculentas
ayudo a las
hojas a devenir madres.
todas tienen
dentro
esa potencia.
igual que las
semillas,
llevan el
impulso
que las
conduce de la mudez al rugido,
cuando su
flujo verdoso
se excita con
el viento
y por fin
brotan.
todas las
mujeres vivimos
y nos
apasionamos
como las
hojas.
todas, como
ellas, podemos parir
pero las
suculentas
dan su vida
como un don,
al plantarlas
podrá verse cómo
desprenden la
raíz
que será
germen y sostén
de una hija
que ya fuerte
la verá
morir.
Foto: Devin Lunsford.
María Belén Campero
Nací en Rosario en la primavera de 1978. Desde niña juego a
que escribo y trabajo de ello. Estudié Filosofía para estar siempre en
movimiento. La poesía y la música me hamacan. Soy investigadora y Dra. en
Filosofía. Hace tres años –junto a Cosas Invisibles– ofrecemos talleres de
Filosofía gratuitos con niños, jóvenes y adultos en diferentes bibliotecas y
espacios públicos. Cuando estoy apurada me siento un rato y si no hay tiempo
para nada bailo, siempre bailo e invito a bailar.
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