viernes, 13 de abril de 2018

Cuando morimos nos quedamos en casa


Lo impropio

tengo frente a mí
una foto,
de lo que hoy
pienso,
es la familia.

estamos nosotros tres
el negro, Are y yo
recién salidos
al sol del verano.

la imagen muestra atrás
la puerta corrediza
de vidrios espejados
del sanatorio.

me veo en la habitación,
pasadas solo algunas horas
del parto de mi hija.

me levanté rápido, casi urgente,
y sin hacer mucho ruido
agarré la ropa que tenía
preparada en una silla,
fui hasta el baño
prendí la luz y me miré al espejo,
de a poco, no me animaba
a hacerlo con profundidad.

casi en puntas de pie me acerqué
al inodoro, bajé la tapa,
apoyé las prendas
y me saqué la remera.
desnuda
me vi los pies,
no me acordaba cómo era mirarlos
tan directamente.

entré a bañarme
abrí el jabón,
con la cabeza un poco inclinada hacia atrás
me sumergí en la lluvia, salía fuerte,
de a poco fui dejando que la cara también se moje
moví el cuello levemente, de adelante hacia atrás,
me acuerdo, pelo y cara, cara y pelo
lloré, lloré mucho,
el sonido del extractor ocultaba
la rudeza de mi llanto.

sin salirme de esa incomodidad
elevé los empeines
flexioné las rodillas
y bajé hasta quedarme
en posición fetal
procuré no tocarme
sentí el agua
correr en mi espalda
la velocidad con la que latía
mi corazón
parecía querer huir hacia algún lugar
pero yo estaba ahí,
con el cuerpo partido,
otra vez
nacía.


Tangram

Cuando llega la noche
nos encontramos solos
sentimos miedo
y anhelamos que venga el día
como si este
pudiera devolvernos algo.

Con mi hija tenemos preparados
ciertos rituales, pueden cambiar
pero, las dos sabemos cuáles son
los que mejor funcionan.

¿Mamá vos lo abrazás a papá de noche?
me pregunta, mientras yo le explico
que tiene que dormir sola,
y me doy cuenta de que casi siempre
pedimos a los otros lo que
por nosotros mismos no
alcanzamos.

Leemos Pipi Calzaslargas
un capítulo por noche, o casi,
dejamos en suspenso lo que ocurrirá
y nos pasamos el día jugando a adivinar cómo.

Ya pasamos la mitad del libro,
ella lo agarra, ¿todo esto leímos má?
todo esto respondo,
qué rápido pasa el tiempo,
no te preocupes, me apuro
que cuando lo terminemos
volvemos a empezar.

Después le canto
sus temas preferidos,
luna lanar y peixinhos do mar,
la abrazo y cuando siento que cambia
el ritmo de su respiración, le doy un beso
bajo primero una pierna
la otra, un brazo y el otro para salir de la cama
con el medido cuidado
para que no se despierte.

II
Muchas veces me pregunto
cómo recordará mi hija su niñez
qué será para ella un recuerdo
y, quizás por ese ejercicio de preguntarme,
descubrí
la voz dulce de mi nona
el mate de bombilla con un poco de leche
las tardes sentadas una enfrente de la otra
hablando de las historias de su niñez
en las montañas, cerca del lago
en ese lugar en el que la escuela, a la que nunca fue,
quedaba tan lejos.
La palangana con agua caliente
para bañarnos,
el olor de la salsa con romero
y el sonido del tenedor
en la mesa de madera con harina
cada vez que armaba ñoquis.

Criar es construir un nido, dar un lugar
criarse es encontrarlo
hacer el propio
es ir aprendiendo que
donde yo entro cabe otro,
no de cualquier forma
hay que ir probando
como si fuera un tangram
como si fuéramos más
que un solo yo.



Ph. Tom Hoying

Belén Campero
Nací en Rosario en la primavera de 1978, definirme no es algo que me quede cómodo, no sé si hay un talle justo para eso, pero entre todos los posibles, prefiero el de trabajadora. Estos poemas pertenecen a “Cuando morimos nos quedamos en casa” un libro de inédito.


miércoles, 11 de abril de 2018


HOY ESCUCHÉ A MAMÁ

Hoy escuché a mamá decir que
siendo una mujer joven quisiste morir.
Hablaba por teléfono con alguien
sobre la debilidad de tus piernas
las personas que ves y que no están.
Contó que tomaste una caja de pastillas
y sólo te mantuvieron un año sin colesterol.

¿Te acordás cuando nos divertíamos
como nenas las dos?
nos gustaba poner la radio fuerte
me subía a tus pies, te tomaba de las manos
y flotaba al ritmo de un vals,
una milonga o pasodoble.
Bailábamos por toda la casa
como en un musical,
limpiábamos jugando y yo hacía un esfuerzo
por recordar las letras de los tangos
para cantar con vos.

Ahora que te sostiene una silla
tu cara tomó la forma de los huesos
y la pera temblequea más que antes.
Cada tanto escuchas algo
o más o menos
y no sabemos dónde andás.
Te imagino volando alto
y me dan ganas de preguntarte, abuela,
¿ya viste a tu mamá?

Somos dos árboles después de un huracán
con medio cuerpo vivo y medio
entregado a la tierra,
esperando que pase el temporal.



CUERPO

Por suerte
una semana antes del accidente
ví esa película en la que la protagonista habla
sobre la relación de los enfermos con su cuerpo.
El pudor al desnudo se corre
y la preocupación está en verse limpio
en oler bien.
Que importante saber
que nada puede decirles de mí
la esponja, el jabón
mi pelo al pasar el shampoo
o el banquito que sostiene mi vulva desnuda.
Lo que tardo en avanzar una cuadra
abrir una puerta o preparar un plato de comida
no es un problema, lo que sí me preocupa
es cómo se siente este cuerpo
cuando estás recostado al lado mío.
Me abriste tu cama y bien pegados compartimos la almohada
desde este ángulo veo pelos de tu barba que crecieron más que otros
la caspa sobre los hombros de tu remera negra
las uñas que olvidaste recortar
pero hay partes de mí que no veo ni alcanzo
y me avergüenzan.
Por suerte
una semana antes del accidente ví esa película en la que un hombre
confía su cuerpo quemado a una desconocida. Ella afeita su cara
moja las gasas en un agua con perfume de almendras
limpia su piel y no tiene de qué preocuparse, si al final
es sólo un cuerpo.

Ph. Minami Smith

Florencia Vissani, 
Nació el 1 de enero de 1989. Es profesora y licenciada en Ciencias de la Comunicación (UBA).
Actualmente reside en General Daniel Cerri, una pequeña localidad del sur de la provincia de Buenos Aires.

domingo, 8 de abril de 2018

Paula


y entonces abro la puerta
dejo salir a Breton
prendo un cigarro y
acá
sobre este punto exacto
te pienso
cuando en realidad
debería entrar y preparar
escribir algo que llegue a mañana
miro:
puede mi casa ser más linda si la pinto
o si venís
pero acá
sobre este punto exacto
vuelvo mi cara a donde no recuerdo
la tuya entre las cosas
por ejemplo
la vereda de enfrente
donde una chica va pasando con su bolso que es rojo
pocos colores permanecen a esta luz
liviana de marzo y cayendo
allá, que es lejos
donde el cielo parece primero
pelo de dios o
algas de fuego, después
vas a hablarme
y el bolso el cielo
dios y todo incendio
será anécdota
pero acá
sobre este punto exacto
el viento ya arrecia
aunque la alerta era para el miércoles
y el árbol
ese
que no te señalé
- dónde hay eucaliptos por acá?
ahí se mueve
tan frágil coordenada la de todo
y no venís
y sí las horas corren desatentas
en tanto yo peleo
escapando al tiempo en el que
vos y yo y una manzana
pudimos donde no el sueño
no voy ganando, paula
y tanto depende de eso
que acá
sobre este punto exacto
cerré
te extraño
y una posdata:
- por todos lados, paula





cuatro veleros meciéndose
harían un texto
ahora que atardece
cálido para marzo
(veintidós grados)
marea medio baja y subiendo
y por ahí unas gaviotas
naranjas por la hora y sin excusa calmas
cuando unos chicos tiraron piedras que
cayeron
lejos de los veleros
peor de las gaviotas
y ellas igual
se fueron, haciendo en vuelo a
la sola consecuencia aparente
del juego
salvo
que por lo bajo
yo escribía paula


Ph. Mimani Smith


Florencia Sanguinetti
Nací en Puerto Madryn el 29/11/89. A veces pasa que escribo. Podría haber sido peor.